martes, 9 de diciembre de 2008

Rincones de Pamplona

El paseo de Pablo Sarasate, en el Casco Antiguo o Lo Viejo. La instantanea fue tomada el domingo 28 de septiembre. Con motivo del centenario del fallecimiento del músico que da nombre al paseo, aún se exhibían unas esculturas con forma de violín hechas como homenaje.


Esta rotonda está situada en la Avenida de Navarra a la altura justamente de nuestro campus universitario, en la confluencia con la calle Iñigo Arista del barrio de Iturrama. Supe que la estatua de hierro simboliza al mencionado personaje histórico después de haber hecho las fotografías. No era algo buscado pero las líneas que conforman los árboles sugieren continuidad hasta la figura. Existe un horizonte y una dirección.


La estación de autobuses de Pamplona. Es una estación totalmente subterránea. Era de noche y esperábamos a una amiga de Barcelona que vino a visitarme. No sugiere mucho a parte de la soledad, la frialdad y la desolación de este tipo de lugares en momentos de espera.


La fachada principal del ayuntamiento de Pamplona. Aquel domingo fuimos unos compañeros de trabajo y yo de paseo por el caco antiguo de la ciudad, alde zaharra en euskera. Una de mis compañeras de trabajo es licenciada en historia por la Universidad de Navarra y amenizó mucho la jornada explicándonos muchos detalles acerca de la historia de la ciudad y del edificio consistorial, en particular.


Según me pudieron informar los compañeros y compañeras de práctica aquel mismo sábado por la mañana, son los zampanzares. Un grupo de danzantes de tradición vasca y navarra que salieron a las calles aquel fin de semana con motivo de las fiestas de San Fermín Txikito. Llegaron a introducirse en algunos momentos en el mercado de Santo Domingo, lugar en el que realizamos la práctica aquel mismo día.


Son los fosos que rodena a la Ciudadela de Pamplona justo debajo de la puerta de acceso a la que se llega desde el puente que comienza en el Parque de la Vuelta del Castillo. Es una instantánea muy especial porque la tomé a la semana de residir aquí. Captaron mi atención las familias inmigrantes jugando a voleibol aquel domingo de verano. No sabía por aquel entonces que el edificio del fondo se llama Singular y que fue construido en los años 70. No sé, sugiere cierto contraste entre una ostentosidad y una clase más humilde de la que reside en esas alturas de la ciudad.

martes, 2 de diciembre de 2008

Señorío de Otazu

La visita a la bodega Señorío de Otazu fue mi primera toma de contacto directa con el mundo del vino. Nunca antes había tenido la ocasión de ver por dentro una bodega y resultó una oportunidad excepcional de aprender algunas nociones del proceso de elaboración. Los alrededores conforman un entorno natural muy hermoso para la vista. Apenas unos kilómetros de distancia separan la zona de la ciudad de Pamplona, pero el contraste con el estrés de la capital de Navarra es absoluto.


Nuestra guía nos atendió con amabilidad en todo momento y nos aportó muchos datos acerca de la historia de la bodega y su chateau contiguo, catalogado recientemente como uno de los 100 mejores chateaus de lujo del mundo.




En las fotografías, como sucede habitualmente, me acabo obsesionando por plasmar cada lugar, cada objeto, cada momento y cada detalle. Me hubiera encantado poder llevar un trípode pero aún no dispongo de ninguno. Sobre todo hubiera resultado muy útil en la sala principal de los toneles de madera para combinar los primeros planos con la profundidad de campo.


La jornada concluyó con una degustación de algunos vinos de la bodega acompañada de quesos y otros manjares.

El Bodegón

Sin duda esta ha sido una de las prácticas a las que más tiempo, recursos y materiales he dedicado. No tenía totalmente claro desde el comienzo ni el objetivo principal y ni cuál iba a ser la metodología de trabajo. No obstante, sobre la marcha fueron saliendo fotografías interesantes, algunas más que otras.



Comencé con el maniquí. Es un objeto de gran utilidad para probar juegos de luces y contraluces no sólo en el mundo estrictamente de la fotografía sino también en campos como el diseño gráfico o la arquitectura. La puesta en escena fue un tanto rudimentaria probando como foco con una lámpara de mesita y con la linterna que habitualmente llevo en el maletero de mi choche. La verdad es que hubiera agradecido en ese momento la ayuda de otra persona, pero me las arreglé como pude.



Posteriormente, me centré en los envases vacíos. Además de los de cerámica de cuajada y de vidrio para potitos de bebé, me serví de un mortero casero. Comencé disparando con distintas torres apiladas de los diferentes objetos clasificados por género por decirlo de algún modo. Hice una pirámide con los tarros de cerámica, por un lado, con los de vidrio de potito, por otro, y también con unos recipientes también de vidrio pero de legumbres y verduras. La principal pega que observé es que estos últimos rompían el elemento de continuidad que los otros dos tenían de manera implícita. Por eso los descarté y me centré primero en los potitos y luego en los tarros de cerámica. No guardan una similitud y semejanza absolutas. No son piezas clónicas como las sopas Campbell de Andy Warhol, aunque tampoco me instaba inspirando en obras de pop-art ni mucho menos, pero por sí mismas transmitían armonía y, como decía, continuidad visual.


He podido observar en los blogs de los demás compañeros de la asignatura que las frutas ha sido la tónica predominante y hay muchas propuestas formidables a todos los niveles: estética, temática, etc. Sin embargo, también ha habido algunos que se han apoyado, como yo, en envases vacíos y tengo que remarcar que me han encantado sus fotografías.